Alimentación en el embarazo: empezando bien desde el principio
El embarazo es un momento clave y especialmente propicio para replantear unos hábitos de alimentación saludables. Tanto la mamá como el bebé se beneficiarán de ellos.
Los posts de
Juan Revenga
Pocas etapas hay tan sensibles y con tanta receptividad a la hora de tomarse en serio nuestros patrones dietéticos como lo es el embarazo. Este suele ser el momento en el que se es consciente de que se está gestando una nueva vida y que el motor de dicho proceso es, como no puede ser de otro modo, la propia madre.
Mantener una adecuada alimentación durante el embarazo sirve para alcanzar cuatro objetivos fundamentales y, aunque resulten cuestiones de Perogrullo, conviene no dejarlas de mencionar:
- Cubrir de forma adecuada las necesidades de alimentos propias de la mujer gestante.
- Satisfacer las nuevas exigencias nutritivas debidas al crecimiento fetal.
- Preparar al organismo materno para afrontar mejor el parto.
- Asegurar reservas grasas para la producción de leche durante la futura lactancia.
Mucho tecnicismo y pocas sorpresas
Si se quiere (y se debe querer muchas veces a tenor de lo mucho que se utilizan este tipo de argumentos) se puede abrumar a la población general con datos técnicos referentes a las diversas y muy importantes funciones de los distintos nutrientes clave durante el embarazo. Que si el hierro es importante para esto, que si el ácido fólico (o vitamina B9) para aquello otro, o que si el calcio tal y el yodo pascual, por citar algunos nutrientes clásicos.
Sí, qué duda cabe que hay nutrientes clave en todos los procesos propios de la gestación, pero en mi opinión no merece la pena caer -otra vez y de nuevo- en la absurda moda cuantificadora de calorías o nutrientes. No conviene caer en el nutricionismo. Más que nada porque para alcanzar esas especiales exigencias nutricionales basta con seguir las recomendaciones sobre el consumo de alimentos dirigidos a la población general que no esté embarazada. Y siempre, claro está, en base a las señales fisiológicas de hambre-saciedad y sed.
- Pregunta: ¿Cuál ha de ser el esquema de alimentación de una mujer que esté embarazada?
- Respuesta: El mismo que el de esa misma mujer cuando no está embarazada (siempre que sea un patrón saludable, se entiende)
Una muy buena idea inicial para saber si lo que en un momento dado se está haciendo bien, consiste en solicitar el asesoramiento especializado, el de un profesional de la nutrición y la dietética que: 1º revise el actual patrón de consumo de alimentos y, 2º proponga mejoras conociendo las circunstancias laborales, personales y familiares de cada una. Sean como fueren tales propuestas tendrán que pasar por darle forma a lo que seguro tantas veces has oído... y que sigue siendo absolutamente válido si estás embarazada:
- Cuantos menos ultra procesados incluyas en tu día a día mejor. Incluso si en su publicidad y envase te dicen que son sanísimos. O, más bien al contrario, como regla general, cuanto más abunde en su publicidad un producto que es sanísimo, menos deberías confiar en él.
- Haz de los productos frescos, muy en especial los vegetales (frutas, verduras y hortalizas) una base sobre la que construir el resto de tus elecciones dietéticas: cereales integrales, legumbres, frutos secos naturales, lácteos, pescado, huevos y carnes.
- Huye de los hábitos tóxicos, en especial y en este terreno, huye de las bebidas alcohólicas. Tu alcoholemia (tu cantidad de alcohol en sangre) será idéntica a la del feto en desarrollo porque la circulación sanguínea materno-fetal es compartida. Recuerda que el alcohol (aunque sea poco) tiene una altísima capacidad teratogénica (de causar un defecto congénito) en el material genético, algo muy importante en este momento. El material genético es especialmente sensible cuando está en proceso de rápida duplicación y no existe tanta proliferación celular como el que acontece en el momento de la gestación.
Tampoco es nuevo, pero la seguridad alimentaria cobra especial importancia
Las toxiinfecciones bacterianas nunca son deseables, pero durante el embarazo pueden ser especialmente preocupantes. Por eso, y para alcanzar un máximo de seguridad alimentaria quédate con esta máxima: ¡crudo no! El embarazo no es el momento de probar ciertas delicatessen que se nos ofrecen crudas o poco cocinadas.
Como no siempre es fácil saber qué alimento supone un riesgo en este sentido y cuál no, te aconsejo que hagas de esta tabla una información de cabecera durante tu embarazo (has de saber que está adaptada del maravilloso libro de Beatriz Robles "Come seguro comiendo de todo"
Alimentos que hay que evitar | Alimentos seguros |
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Juan Revenga